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viernes, 9 de agosto de 2013

El rol de las organizaciones sociales en la coyuntura actual - Notas para un debate


La década de los noventa y su consecuente acaecer en el 2001, dieron lugar en la Argentina al florecimiento de miles de organizaciones sociales originadas desde y para la sociedad civil con el propósito de estar allí donde el Estado había decidido alejarse. Allí, en defensa y protección de los sectores más postergados, que se convertían en excluidos, en inexistentes para la agenda pública. 

Las OSC (organizaciones de la sociedad civil), en sus diversas formas, cumplieron por aquel entonces un rol fundamental en el sostén y reconstrucción del entramado social. Atendieron demandas comunitarias, canalizaron problemáticas que el Estado municipal, dotado de mayores responsabilidades, no podía contener. 

La denominada "descentralización" de funciones desde nación hacia las provincias y los municipios sin su correspondiente partida presupuestaria, fue el menú favorito de la gran receta neoliberal aplicada a lo largo y ancho de América Latina y por el cual transfería a las jurisdicciones responsabilidades centrales en la defensa de los derechos fundamentales. 

Las consecuencias sociales del proceso no tardaron en hacerse visibles. Las OSC no solamente fueron subsidiarias de un Estado ausente, sino que además brindaron nuevas herramientas para la reconstrucción de lo social, desde abajo, desde las bases, apostando al trabajo territorial y comunitario.

Hoy, una década después, las cosas han ido cambiando. Las luchas por políticas redistributivas se han iniciado. El reclamo de un Estado más presente fue haciéndose cada vez más realidad. 

Celebramos estas conquistas: la recuperación del Estado social,  así como la germinación de políticas públicas que favorecen a los sectores más postergados. 

Reconocemos los logros adquiridos en materia de derechos humanos, civiles y culturales. También los grandes avances en los derechos económicos, aunque sabemos que aún falta mucho por hacer. Apoyamos por ello la democratización de las estructuras sociales y la ruptura con los vestigios del viejo orden

Sin embargo, no todo está hecho: todavía falta construir. Las leyes sancionadas no solucionan per se los problemas estructurales, aunque establecen horizontes y márgenes de acción. Son también un paraguas "protector". Decimos que no todo está hecho porque la dinámica misma del entramado social es compleja y cambiante. Los procesos sociales son lentos, y mientras tanto, todavía muchos argentinos ven vulnerados sus derechos cada día. 

Como organización social que somos, reconocemos los avances realizados en estos últimos diez años y, al mismo tiempo, seguimos trabajando para la ampliación de derechos y el fortalecimiento de un Estado Social de Derecho. Aquí establecemos el lugar desde el cual hoy nos paramos ante esta nueva coyuntura. 

Si la iglesia no sale, se convierte en una ONG” dijo el papa hace unos días. “La política no es una ONG, es ideas, necesita de predicadores, de gente que lleve la palabra para militar, trabajar”, afirmó la Presidenta de todos los argentinos. Sin entrar en la discusión semántica acerca de qué tipo de concepción se maneja en estas citas sobre las organizaciones sociales, es importante recordar que muchas de las luchas ganadas fueron motorizadas con el apoyo, la militancia y el trabajo territorial y conjunto de diversos sectores de la sociedad civil, entre las que se destacan las Organizaciones de Promoción y Desarrollo, como  ETIS se define. Tampoco creemos ser "una ONG", pero sabemos que en esa "bolsa" la opinión pública pone a todas las organizaciones sociales.

Las organizaciones como ETIS salimos a la calle. Estamos en las calles, en los barrios. Promovemos movilización social a través de múltiples medios. Nos articulamos en redes. Reproducimos y amplificamos voces que no son escuchadas. Proponemos nuevas ideas en el quehacer social. Aportamos al debate de las políticas públicas. Capacitamos agentes de cambio. Tenemos ideales. Luchamos por un modelo de sociedad que incluya a todos y que distribuya las riquezas socialmente producidas. Tenemos objetivos y propósitos definidos. Promovemos la participación, la militancia social. 

La coyuntura actual -y los mensajes cruzados- nos invitan a repensar la función y el espacio que ocupan las OSC en la sociedad de hoy, junto con otras organizaciones, y generar estrategias de visibilización y defensa de nuestro "lugar" propio. Estamos convencidos que las organizaciones sociales tenemos un rol que cumplir en la Argentina de hoy. Y esto sin ser incluidos ni en un partido político ni dentro del "paraguas" de una iglesia. Siendo lo que somos: organizaciones sociales, organizaciones "de bien público".

Seguramente los desafíos de la actualidad son mayores y nos inviten a brindar herramientas para la organización social de las comunidades en las que estamos trabajando. 

Quizás debamos asumir -de una vez por todas- que nos toca acompañar los procesos de participación social que signifiquen una ampliación de derechos y una democratización de todas las estructuras e instituciones sociales: los medios de comunicación, la escuela, los partidos políticos... nuestras propias organizaciones. 

Quizás debamos ser generadoras de propuestas alternativas, creativas y originales, sobre todo para aquellos que no pueden gozar aún de sus derechos.

Quizás podamos brindar herramientas y contenidos a la reflexión y la organización de las comunidades, que contribuyan a realizar acciones que achiquen más y más rápido las brechas sociales que aún perduran.

Quizás podamos hacer algo más para que muchos ciudadanos gocen del acceso a la cultura y a una educación de calidad. 

En eso estamos. Seguimos trabajando, acompañando procesos y promoviendo el cambio social desde los barrios. Somos una Organización Social que quiere promover el cambio social. No desde la pertenencia de una iglesia o confesión religiosa. Tampoco desde la incorporación a un partido político. 

Aunque dialogamos con todos ellos y nos encontramos trabajando juntos cuando compartimos ideas y proyectos comunes en la búsqueda del bienestar de los barrios en los que estamos. 

Nuestro trabajo territorial, desde los barrios, exige el reclamo por cada persona cuyo derecho aún siga siendo vulnerado. 


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