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sábado, 18 de mayo de 2013

La muerte de un genocida




El 17 de mayo de 2013 por la mañana, murió el genocida, dictador, autor y ejecutor del plan de exterminio más macabro de la historia argentina: Jorge Rafael Videla. Murió de muerte natural, siendo encontrado a las 8:25 dentro de su celda del Complejo Penitenciario de Marcos Paz, sin signos vitales, donde se encontraba detenido por delitos de lesa humanidad. 

Con su vida no se acaba la herencia que nos dejó la dictadura. No es el fin de las consecuencias que tuvo y tiene para nuestro pueblo. Pero es un símbolo de cierre de una etapa. La posibilidad de una bocanada de aire “un poco más puro” para el pueblo argentino que hoy vive en democracia, luego de 30 años de lucha y de la etapa de la reconstrucción de la democracia que no se ha visto interrumpido.

No celebramos la muerte. Nunca la celebramos. No podemos hacerlo. Somos luchadores y defensores de la vida. Celebramos el saber que la justicia, finalmente llega: sus últimos días fueron en la cárcel común, juzgado y condenado. Se terminan ahora esos escalofríos que sentíamos cada vez que alguien publicaba una entrevista, cuando alguien –cada tanto, y con intencionalidades políticas claras- le daba voz para reivindicar las atrocidades cometidas, dándole la posibilidad de llamar, incluso, a un nuevo golpe de Estado.

Aunque a veces tengamos el sentimiento de que nada es suficiente, de que todo castigo queda chico, nos reconforta saber que se fue viendo brillar la democracia. Fuimos viendo, en estos años, los juicios –lentos muchas veces- a los represores que parecía que nunca llegarían.

Los 30.000 compañeros detenidos-desaparecidos están más presentes que nunca entre nosotros! Porque decimos NUNCA MÁS a los golpes de Estado. Por la defensa de la justicia y la libertad. Por el respeto y pleno ejercicio de los derechos humanos conquistados. Porque afirmamos NUNCA MENOS a lo que, como pueblo, fuimos capaces de construir.

Por todo esto, sí, celebramos.

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