Crece mas y más la conciencia de que entramos en una fase peligrosa de la vida en la Tierra.
Nubes obscuras nos ocultan las estrellas guías y nos advierten eventuales tsunamis ecológicos-sociales de gran magnitud.
Nos faltan líderes con autoridad y con palabras y gestos convicentes
que despierten a la humanidad, especialmente, a la élites dirigenciales,
para el destino común de la Tierra y de la Humanidad y para la
responsabilidad colectiva y diferenciada de garantizarlo para todos.
És en este contexto que la figura del Obispo de Roma, Francisco,
podrá desempeñar un papel de gran relevancia. El explícitamente se
relaciona a la figura de San Francisco de Asís. Primeramente por la
opción clara por los pobres, contra la pobreza y por la justicia social,
nacida inicialmente en el seno de la Iglesia de la liberación
latino-americana en Medellín (1968) y Puebla (1979) ey hecha, según Juan
Pablo II, patrimonio de la Iglesia Universal. Esta opción, bien lo
vieron los teólogos de la liberación, incluye dentro de si el Gran Pobre
que es nuestro planeta súper-estressado pues la pisada ecológica de la
Tierra fue ya ultra pasada en más del 30%. Eso nos remite a un segundo
punto: la cuestión ecológica, vale decir, cómo debemos relacionarnos con
la naturaleza y con la Madre Tierra? Es en este particular que
Francisco de Asís puede inspirar a Francisco de Roma. Hay elementos en
su vida y práctica que son actitudes-generadoras. Veamos algunas.
Todos los biógrafos del tiempo (Celano, San Buenaventura, Legenda
Perugina y otros) prueban "el tiernísimo afecto que nutría para con
todas las criaturas"; "le daba el dulce nombre hermanos y hermanas de
quien adivinaba los secretos, como quien ya gozaba de la libertad y de
la gloria de los hijos de Dios". Recogía de los caminos las lemas para
que no sean pisadas; daba miel a las abejas en invierno para que no
murieran de frío o de escasez; pedía a los jardineros que dejasen un
canto libre, sin cultivarlo, para que ahí pudieran crecer todas las
hierbas, inclusive las dañinas, pues "ellas también anuncian al Padre de
todos los seres".
Aquí notamos otro modo de estar en el mundo, diferente de aquel de la
modernidad. En esta el ser humano está sobre las cosas como quien las
posee y domina. El modo de estar de Francisco es colocarse junto con
ellas para convivir como hermanos y hermanas en casa. El intuyó
místicamente lo que hoy sabemos por un dato de la ciencia: todos somos
portadores del mismo código genético de base; por eso un lazo de
consanguinidad nos une, haciendo que nos respetemos y nos amemos unos a
los otros y jamás usemos la violencia entre nosotros. San Francisco está
más próximo de los pueblos originarios, como los yanomamis o los
andinos que se sienten parte de la naturaleza que de los hijos e hijas
de la modernidad técnico-científica para quienes la naturaleza, tilda
como salvaje, está a nuestra disposición para ser domesticada y
explotada.
Toda modernidad se construye casi exclusivamente sobre la
inteligencia intelectual; ella nos trajo incontables comodidades. Pero
no nos hizo más integrados y felices porque colocó en segundo plano o
hasta recalcó la inteligencia emocional o cordial y negó la ciudadanía a
la inteligencia espiritual. Hoy se hace urgente amalgamar estas tres
expresiones de la inteligencia si quisiéramos desentrañar aquellos
valores y sentimientos que tienen en ellas su nicho: la reverencia el
respeto y la convivencia pacífica con la naturaleza y la Tierra. Esta
diligencia nos alinea con la lógica de la propia naturaleza que se
consorcia, inter-retro-conecta todos con todos y sustenta la sutil tela
de la vida.
Francisco vivió esta síntesis entre ecología interior y la ecología
exterior al punto de lo que San Buenaventura lo llamó de "homo alterius
saeculi" "un hombre de un otro tipo de mundo", diríamos hoy, de otro
paradigma.
Esta postura será fundamental para el futuro de nuestra civilización,
de la naturaleza y de la vida en la Tierra. El Francisco de Roma debe
hacerse el portador de esa herencia sagrada, legada por San Francisco de
Asís. El podrá ayudar a toda la humanidad a hacer el pasaje de este
tipo de mundo que nos puede destruir para un otro,vivido en anticipación
por San Francisco, hecho de hermandad cósmica, de ternura y de amor
incondicional.
* Traducción de José Mármol
Leonardo Boff es autor de La Oración de San Francisco por la paz, Vozes 2009.
Fuente: www.radioevangelizacion.org
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