Hoy celebramos
el Día de los Derechos del Estudiante Secundario que en el año 1998, la
Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires sancionó con fuerza de ley
para dejar incorporado al calendario escolar la conmemoración de los estudiantes
torturados y desaparecidos en La Noche de los Lápices.
Durante la noche
del 15 y la madrugada del 16 de septiembre de 1976, diez estudiantes de la Escuela Normal Nº 3 de La Plata, de
entre 14 y 18 años, fueron secuestrados y torturados por un grupo de tareas del
Batallón 601 del Servicio de Inteligencia del Ejército y de la policía de la
provincia de Buenos Aires, dirigida en ese momento por Ramón Camps.
¿Por qué ellos?
El acontecimiento pasó a la historia y tomó relevancia en el año 1985 con el
testimonio de Pablo Díaz, sobreviviente del episodio, en el Juicio a las
Juntas. Se dijo que fueron ellos por haber participado del reclamo por el boleto
estudiantil. Pero lo cierto es que la situación fue más compleja. Las víctimas
fueron en su mayoría estudiantes de la UES (Unión de Estudiantes Secundarios)
que formaba parte del ala del peronismo revolucionario en la ciudad de La
Plata, agrupación con un alto compromiso en la lucha contra la dictadura. Se
los buscó, se los secuestró de sus casas, de los arrancó de sus familias, se
los torturó, se los trasladó y se los desapareció del mismo modo en que operó
todo el período de la dictadura cívico-militar: a través de la violencia
organizada, el crimen sistemático y la desaparición de personas. No se reparó
en la edad, en la juventud ni en su condición de estudiantes.
Hoy, 37 años
después, asistimos al retorno de los discursos derechistas sobre la baja de la
edad de imputabilidad. En un año electoral, en un año controversial que vio a
miles de jóvenes votar por primera vez, el fantasma carcelario en pos de la tan
ansiada seguridad hoy vuelve para agarrárselas con un sector indefenso al que
se le atribuyen las causas delictivas más peligrosas. Es una coyuntura en la
que la agenda pública de todo el espectro político, decide replicar la agenda
mediática, sin más. Pero es necesario profundizar el debate, llevarlo a todas
partes, es necesario que no se tomen decisiones de manotazos de ahogado.
Hoy, los
recordamos a ellos, los estudiantes desaparecidos del ´76, en representación de
la vulnerabilidad juvenil, de los derechos que hoy aparecen nuevamente
amenazados, desde otro lugar. Ellos tienen nombre y apellido, son historia
inmortalizada, ellos son: Claudio de Acha, María Clara Ciocchini, María Claudia Falcone, Francisco López Muntaner, Daniel A. Racero Horacio Ungaro,
desaparecidos, y Gustavo Calotti,
Pablo Díaz, Patricia Miranda, Emilce Moler,
sobrevivientes.